Manejo de los efectos secundarios del tratamiento del cáncer
El inicio de su plan personalizado de tratamiento contra el cáncer suele producir una sensación de alivio porque está dando pasos hacia la esperanza de un futuro sin cáncer. Pero ese alivio puede ir acompañado de cierta preocupación por los efectos secundarios del tratamiento.
Dado que los tratamientos contra el cáncer buscan alterar o destruir las células cancerosas, pueden afectar a las células sanas durante su misión. Cuando las células sanas se ven afectadas puede haber efectos secundarios. Éstos varían en función del tratamiento utilizado y de la reacción del organismo.
Por eso es importante que comente con su equipo los efectos secundarios esperados del tratamiento oncológico desde el principio. Nuestros pacientes asisten a una sesión educativa exhaustiva sobre el tratamiento con un miembro del equipo de RMCC antes de comenzar el tratamiento concreto que se esté utilizando. No dude en tomar notas para poder recordar la información más adelante. También es útil llevar un diario para que pueda recordar las preguntas o preocupaciones que pueda tener sobre la marcha para comentarlas en las visitas a la consulta. Sus especialistas en cáncer pueden ayudarle a comprender qué esperar y cómo afrontar la situación.
Efectos secundarios frecuentes
Descubra ocho efectos secundarios frecuentes del cáncer y consejos para controlarlos.
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Dificultad para dormir
Durante el tratamiento contra el cáncer, es posible que tenga problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido. Esto, a su vez, puede empeorar otros efectos secundarios, como la fatiga. Es posible que tenga que someterse a un estudio del sueño para determinar el tipo de problema que tiene. Para conciliar el sueño, pruebe algunas de las estrategias que se indican a continuación.
- Asegúrese de que su dormitorio es oscuro, fresco y tranquilo.
- Desarrolle un ritual nocturno tranquilizador.
- Cree un ritual energizante por la mañana con exposición a la luz y ejercicio.
- Acuéstese y levántese a la misma hora.
- Mantén los dispositivos electrónicos fuera de tu dormitorio y no los utilices al menos dos horas antes de acostarte.
- Evite o reduzca la cafeína, el alcohol y los alimentos azucarados.
- Utilice la reducción de luz azul para ver la televisión o utilizar el ordenador por la noche.
- Considere el tratamiento sustitutivo con melatonina tras consultarlo con su médico.
- Utiliza aromaterapia como la lavanda para relajarte.
Fatiga
La fatiga es algo más que estar cansado. Es un tipo de cansancio que no se soluciona con una buena noche de descanso. La fatiga casi constante es el efecto secundario más frecuente de la quimioterapia, según la Sociedad Americana de Oncología Clínica. La fatiga también puede deberse a la inmunoterapia, la terapia hormonal y la radioterapia. La fatiga relacionada con el cáncer puede ir más allá del agotamiento físico: también puede dejarle mental y emocionalmente agotado.
Una forma clave de contrarrestar la fatiga es hacer ejercicio con regularidad. La actividad física puede aumentar su energía y su estado de ánimo. Pregunte a su equipo oncológico qué tipos de ejercicio serían seguros y beneficiosos para usted. Tendrán en cuenta cualquier intervención quirúrgica reciente u otros aspectos de su tratamiento a la hora de hacerle recomendaciones. El movimiento a primera hora del día puede ayudar con los dolores articulares generalizados relacionados con algunos regímenes de tratamiento, así como despertar su cuerpo temprano para ayudar a conciliar el sueño al final del día.
Abordar los aspectos mentales de la fatiga es tan importante como controlar sus efectos físicos. Practicar yoga puede ayudar a reducir la fatiga al ayudarle a concentrarse en estar presente en el momento. Los ejercicios de respiración y la relajación muscular progresiva pueden ayudar a controlar el estrés, que tiende a estar en niveles más altos para usted y su familia durante el tratamiento del cáncer. Un consejero puede ayudarle a comprender mejor cómo está afectando la fatiga a su salud mental si algunas tácticas comunes no están funcionando para darle alivio.
También tenemos trabajadores sociales en nuestro equipo que pueden proporcionar muchas estrategias de afrontamiento eficaces. Puedes pedir que te pongan en contacto con ellos en persona, por correo electrónico o por teléfono. Póngase en contacto con nosotros cuando tenga dificultades para que podamos ayudarle a obtener el apoyo que necesita.
Pérdida de cabello
Tal vez no haya efecto secundario más estrechamente asociado al tratamiento del cáncer que la caída del cabello. La buena noticia: no es algo que experimenten todos los pacientes de cáncer. Algunos tratamientos de quimioterapia pueden provocar una caída generalizada del cabello, y la radioterapia puede provocar la caída del cabello en la zona que recibe el tratamiento. Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, la caída del cabello suele comenzar entre una y tres semanas después del inicio del tratamiento. Afortunadamente, el cabello es resistente y a veces vuelve a crecer con más volumen o rizo que antes; normalmente empieza a recuperarse antes de que concluya el tratamiento. El uso de un gorro refrigerante -un dispositivo que mantiene frío el cuero cabelludo antes, durante y después de la quimioterapia- puede reducir el riesgo de caída del cabello. Entre las medidas que puede tomar para controlar la caída del cabello se incluyen:
- Cuando el pelo empiece a caerse, elige un look con el que te sientas cómoda, ya sea cortándote o rapándote el pelo, o llevando una peluca o un pañuelo.
- Trata tu cabello con cuidado, peinándolo con suavidad, lavándolo con menos frecuencia (utiliza un champú suave) y secándolo con palmaditas.
- Hable con su familia, amigos u otras personas que estén recibiendo tratamiento contra el cáncer sobre sus emociones en torno a la caída del cabello.
- Utiliza una loción para hidratar el cuero cabelludo
- Utiliza un sombrero o protector solar para proteger tu cuero cabelludo
Pérdida de apetito
Mantener la nutrición es una parte importante para mantenerse sano durante el tratamiento del cáncer, pero el tratamiento puede no ponérselo fácil. Esto se debe a que la quimioterapia y otros tipos de tratamiento pueden quitarle el apetito. Además, otros efectos secundarios, como la dificultad para tragar, la sequedad de boca y las náuseas, pueden hacer que la comida resulte menos apetecible. Encontrar recetas ricas en nutrientes y apetitosas es fundamental para ayudarle a querer consumir los alimentos que su cuerpo necesita.
Si tienes poco apetito, intenta comer pequeños tentempiés con frecuencia -los alimentos ricos en proteínas pueden aumentar la energía y ayudar a reducir la fatiga- en lugar de comidas copiosas. Beba mucho líquido para evitar la deshidratación. Manténgase lo más activo posible, lo que puede mejorar su apetito.
Eche un vistazo a nuestro Blog de Nutrición, repleto de recetas beneficiosas para los pacientes y sus familias.
Asegúrese de tomar los medicamentos contra las náuseas que el oncólogo le envíe a casa. Si no tiene náuseas, le resultará más fácil hacer varias comidas pequeñas al día.
Hable con su proveedor si no está funcionando como se esperaba para probar medicamentos alternativos o utilizar una combinación de ellos adecuadamente. También puedes documentar el inicio del primer síntoma de náuseas y los tratamientos adicionales que tomas antes de ese momento para, con suerte, evitar las náuseas por completo. Los medicamentos contra las náuseas pueden conllevar sus propios efectos secundarios, como estreñimiento, dolores de cabeza o somnolencia, así que asegúrese de anotar comentarios y preguntas en un diario para llevarlos a las visitas a la consulta, de modo que sus proveedores puedan ajustar el tratamiento de los efectos secundarios según sea necesario.
Linfedema
La cirugía para extirpar ganglios linfáticos, así como la radioterapia en una zona de ganglios linfáticos, pueden hacer que se acumule linfa (líquido del sistema linfático), a menudo en un brazo o una pierna. Se trata de una afección denominada linfedema, que puede causar hinchazón y cambios en la piel.
Para tratar el linfedema, el oncólogo puede recomendar el uso de medias o manguitos de compresión para reducir la hinchazón. También puede acudir a un terapeuta certificado en linfedema, que puede realizar un tipo especial de masaje para ayudar a drenar la linfa del brazo o la pierna.
Es importante estirar y masajear las zonas a diario, ya que una intervención temprana puede ser preventiva. Hay muchos recursos terapéuticos para la educación, incluida la rehabilitación oncológica y otros terapeutas especializados en este campo. Sus proveedores pueden ayudarle a ponerse en contacto con ellos.
Puedes ayudar a controlar y prevenir el linfedema utilizando tácticas adicionales como:
- Haz ejercicio y estiramientos con regularidad para evitar que se acumule la linfa.
- Protege tu piel. Hidrátala con loción y usa protección solar para evitar quemaduras. La piel de la zona donde se produce el linfedema puede resecarse y agrietarse con más facilidad que la de otras zonas del cuerpo, por lo que puede infectarse más fácilmente.
- Intenta mantener la zona elevada para permitir que drene el líquido si empiezas a notar hinchazón.
- Evite la ropa ajustada o restrictiva en la zona del cuerpo donde ha recibido tratamiento. Esto puede hacer que se acumule líquido linfático y comience la inflamación.
Náuseas y vómitos
La quimioterapia, la inmunoterapia, la terapia dirigida y la radioterapia pueden provocar náuseas y vómitos. Por lo general, el equipo oncológico puede ayudar a minimizar este efecto con medicamentos administrados antes del tratamiento o como parte de la infusión. También es posible que le receten algunos para que se los lleve a casa cuando los necesite. Otras cosas que ayudan incluyen:
- Evita los alimentos con olores fuertes u otros perfumes fuertes como la colonia.
- Comer poco y con frecuencia
- Lleva un registro de los alimentos que te sientan mal para poder evitarlos
- Mantente hidratado. Si vomitas, deberías considerar beber algo con electrolitos para ayudar a reequilibrar tus niveles de sal y agua.
Dolor
La quimioterapia y la radioterapia pueden causar dolor en muchas partes del cuerpo. Por ejemplo, la quimioterapia puede provocar dolores de cabeza y musculares, y tanto la quimioterapia como la radioterapia pueden causar daños dolorosos en los nervios. Tratar el dolor es clave porque puede dificultar el sistema inmunitario y retrasar la curación, según el Instituto Nacional del Cáncer.
Su oncólogo puede recetarle analgésicos, y es importante que los tome según las indicaciones. Además, puede remitirle a un especialista en dolor para tratar tipos específicos de molestias, como el dolor nervioso. También puede ser útil aplicar calor o hielo en las zonas doloridas y evitar las actividades que empeoran el dolor.
Descargue la guía de la ASCO sobre el tratamiento del dolor asociado al cáncer.
Problemas de piel
La quimioterapia, la inmunoterapia y la terapia dirigida -tratamientos que circulan por todo el cuerpo para atacar a las células cancerosas- pueden provocar cambios cutáneos de gran alcance. Entre ellos, sequedad, erupciones, mayor sensibilidad a la luz solar y llagas en la boca distintas de las ampollas. La radioterapia también puede causar problemas cutáneos, como sequedad, picor y una erupción parecida a una quemadura solar. Sin embargo, estos efectos secundarios suelen limitarse a la zona donde recibió el tratamiento.
Para cuidar su piel durante el tratamiento, puede:
- Evita afeitarte si tienes la piel sensible
- Mantener limpias y secas las zonas de la piel que han recibido radioterapia.
- Utiliza cremas hidratantes para prevenir la sequedad y el picor. Aunque Aquaphor puede ser graso, también puede ser muy eficaz y seguro de usar. Si las cremas de venta libre no resultan eficaces, el equipo médico puede sugerir cremas de venta con receta.
- Lavar con jabón suave; evitar lociones o limpiadores perfumados.
- Llevar ropa holgada y sombreros de ala ancha, y utilizar protección solar en la piel expuesta.
Cuándo llamar al oncólogo
Existen algunos efectos secundarios que su equipo oncológico debe revisar y tratar de inmediato, en lugar de hacerlo durante su próxima cita programada. Si nota alguno de ellos, póngase en contacto con su oncólogo, aunque sea fin de semana o fuera del horario de consulta. Alguien podrá ayudarle a evaluar los mejores pasos a seguir.
- Fiebre superior a 100,4°F
- Náuseas y vómitos incontrolados
- Diarrea
- Dolor en la vía intravenosa
- Sangrado
- Cualquier duda o pregunta relacionada con su atención médica