Tomar la vida un día a la vez, dice una paciente con cáncer de mama metastásico en fase 4
Luanna, nacida en Colorado, ha aprendido algunas cosas importantes mientras se enfrentaba a la vida con cáncer. A lo largo de dos ataques de cáncer de mama, se ha dado cuenta de que la salud y la felicidad dependen de muchas cosas. Por ello, tiene tres consejos clave que compartir:
La primera experiencia de Luanna en el diagnóstico de cáncer de mama puede resultar familiar para muchas mujeres: un examen rutinario de las mamas reveló un bulto en una de ellas. Se le diagnosticó un cáncer de mama en estadio 3 y se sometió a todos los tratamientos recomendados en aquel momento: cirugía, quimioterapia y radioterapia.
"Cuando me diagnosticaron por primera vez en el año 2000, me sentí muy animada porque era tratable", dice. "Podía pasar los tratamientos y acabar con ellos. No creo que los médicos dijeran 'libre de cáncer', nunca me lo dijeron. Pero una vez terminado el tratamiento viví una vida normal".
Durante 16 años, Luanna "llevó una vida normal", aparte de las revisiones anuales con su oncólogo.
Su cáncer no era curable, pero podía tratarse de forma que prolongara su vida e intentara conservar una alta calidad de vida durante el tratamiento. "Es tratable y, con el tratamiento, puedo vivir más tiempo", dice Luanna.
Aunque el segundo diagnóstico fue más descorazonador que el primero, también había nuevas opciones de tratamiento del cáncer muy mejoradas que las que había 16 años antes, así como tratamiento personalizado y específico. En Rocky Mountain Cancer Centers (RMCC), Luanna recibió radiación para atacar el cáncer en el sacro y medicamentos hormonales orales. En 2017, empezó a tomar un nuevo fármaco hormonal que se inyecta en cada cadera cada cuatro semanas, con el que continuará mientras sea eficaz para mantener sus marcadores tumorales bajo control.
"No puedo decir lo suficiente sobre Rocky Mountain Cancer Centers, han sido fantásticos", dice Luanna sobre su equipo de atención al cáncer. “John Novak, es maravilloso, ha sido genial. He llegado a conocer a las enfermeras, han sido maravillosas".
"Una de las cosas que aprendí cuando me diagnosticaron por primera vez es que sí, tú eliges a tu médico, pero contar con ese personal -de atención y de apoyo- es primordial", añade Luanna. "Eso puede hacer o romper tu tratamiento. Si no tienes un equipo que gestione tu atención y te apoye, no creo que mejores".
Otra parte importante de su "equipo" es la familia de Luanna. Ray, su marido desde hace casi 52 años, acude a todas las citas de quimioterapia, le hace compañía durante las infusiones de cinco horas que recibe cada dos meses y acude a todas las citas con los médicos, excepto a las limitadas por las restricciones del COVID. Ray se encarga de la compra, la cocina y gran parte de la limpieza. "No tengo palabras para expresar lo mucho que le aprecio", dice Luanna.
También se siente bendecida porque su hija adulta, que también vive en Colorado, le proporciona un cariñoso apoyo emocional. Además, Luanna está excepcionalmente unida a su nieta casi adulta, Morgan. Aunque Luanna está encantada de que Morgan se marche a Boston para cursar su primer año de universidad este otoño, admite que echará de menos animarla en los partidos de voleibol y formar parte de su vida diaria.
Luanna se enfrenta a la vida con el cáncer de mama de una forma que se recomienda para afrontar muchas cosas, para muchas personas: afrontando los retos día a día. "Intento no pensar en ello, intento no darle vueltas. Paso el día y hago lo que puedo. A veces consigo hacer cosas en casa y otras no, y he aprendido a no castigarme por ello".
Tomarse la vida con cáncer de mama día a día no es sólo un cambio mental. Algunos de los síntomas físicos de Luanna la obligan a hacerlo. Un efecto secundario a largo plazo de su tratamiento contra el cáncer, la radiación en el sacro, le provocó una colitis en los intestinos que le produjo una hemorragia. Cuando las hemorragias la vuelven anémica, recibe transfusiones de sangre, aproximadamente cada seis semanas. A veces, Luanna también tiene que adaptar sus actividades y su dieta a la colitis.
Pero ha aprendido a tomarse tiempo para sí misma y a descansar cuando lo necesita. "Hay que cuidarse. Cuando estoy cansada, me acuesto y descanso", dice.
Luanna participa regularmente en una clase de aeróbic de bajo impacto, donde ha hecho muchos amigos. Pero el pasatiempo que más le satisface es la pintura, sobre todo de paisajes. Desde hace unos siete años, Luanna pinta con acuarelas, tanto por su cuenta como tomando clases. "Creo que es importante para cualquier persona (no sólo para un paciente de cáncer) permitirse ser feliz, y tener gente a tu alrededor que te apoye dando prioridad a ti mismo".
Tras la finalización del tratamiento del cáncer, suele recomendarse un seguimiento continuo para vigilar la reaparición del cáncer. Independientemente del tiempo que lleve sin cáncer, asegúrese de mantener (o programar) sus visitas y pruebas de seguimiento periódicas.