Por Tracy Jimenez
A los 46 años, me diagnosticaron un cáncer de cuello de útero en fase 2 después de experimentar meses de dolor de espalda y piernas. Era una madre ocupada, sin seguro y sin saber que el dolor lumbar podía ser un signo de problemas de salud reproductiva. Poco después descubrí que tenía un tumor de 8 cm en el cuello uterino y me informaron de que tenía cáncer de cuello uterino. Durante los seis meses siguientes, me sometí a 28 rondas de radiación, seis rondas de quimioterapia y cuatro rondas de braquiterapia.
Y ahora, no tengo cáncer y estoy aquí para defender a nuestra comunidad. Desde mi diagnóstico, he dedicado mi tiempo a concienciar sobre el cáncer de cuello de útero, el VPH y los signos y síntomas del cáncer reproductivo que a menudo se pasan por alto. Este viaje me ha llevado a convertirme en embajadora de Cervivor y en defensora de Immunize Colorado.
Cuando me diagnosticaron por primera vez, no entendía el VPH ni el cáncer de cuello de útero. A menudo, los cánceres reproductivos de las mujeres se susurran en lugar de gritarse: generaciones enteras pasan sin educación sobre cómo evitar o tratar esta enfermedad. Esta evidente falta de debate público me llevó al punto de defensa. Quiero salvar vidas.
El primer paso para ello es la vacunación. La vacuna contra el VPH ha demostrado su eficacia para reducir el riesgo de que una persona desarrolle determinados cánceres reproductivos. Sin embargo, no se hace lo suficiente para promover esta vacuna que salva vidas. Todos deberíamos hablar con nuestros familiares y amigos, animándoles a estar al día con sus vacunas.
A continuación, debemos asegurarnos de que todo el mundo se somete a las pruebas de detección adecuadas. Una de las principales formas de prevenir el cáncer o de detectarlo en una fase temprana es a través de las pruebas de detección precoz, como el PAP o la prueba del VPH. Estas pruebas detectan anomalías e informan a los médicos de cualquier problema que pueda tener. Debes sentirte cómoda hablando con tu médico sobre cualquier preocupación o dolor que tengas.
Encuentro esperanza en cada nuevo día. Desde el momento en que me despierto, doy gracias al Señor por darme tiempo. Pienso utilizar este tiempo para concienciar y abogar por la sensibilización sobre el cáncer de cuello uterino.
También he descubierto la esperanza al hablar con otras mujeres. A través de los grupos que he organizado, las mujeres se han reunido para hablar de su experiencia con el cáncer reproductivo. Sentirse escuchada es una parte importante de la curación. También es lo que quiero ofrecer a las que se sienten solas con su diagnóstico o su curación.
En última instancia, mi objetivo es acabar con el estigma que rodea al cáncer de cuello de útero. Tenemos que hablar alto, que nos escuchen y que nos escuchen, para que ésta y la próxima generación de mujeres tengan la oportunidad de vencer la enfermedad antes de tener que enfrentarse a ella. Mediante la educación y la vacunación, podemos erradicar el cáncer de cuello uterino. Alza la voz.